Ayer fue un día intenso.
Me tuve que enfrentar a uno de mis peores miedos: aceptar elogios.
Leí dos cartas escritas por las dos personas más importantes de mi vida: mi pareja y mi hermana. Fueron parte de un ejercicio (interno y externo) y me sorprendieron demasiado.
No sabía que transmitía paz a la gente, que insuflaba ánimos y que parecía buena. Siempre me he considerado "regulera tirando a mala", o al menos "no merecedora de elogios".
Resulta que transmito paz, que soy empática, que defiendo, lucho, gano, avanzo, aprendo y me intereso. Resulta que envidian de mí mi inteligencia y mi buenismo, que parezco guapa y atractiva, que me consideran merecedora de amor.
Qué injustos somos con nosotros mismos, siempre atentos a nuestros fallos y nunca receptivos a nuestras virtudes. Siempre destacando lo negativo y pasando por alto lo positivo.
Qué injustos somos con los demás cuando no les decimos lo inspiradores que nos resultan, el apoyo que nos dan, el amor y el cariño que nos llega, la admiración que les tenemos...
Qué pena que carguemos con una mochila llena de autoflagelaciones y nos olvidemos fuera el amor propio.
Y tanto que sí. :___(
ResponderBorrarEres muy grande, mucho.
Soy medianita xDD, pero gracias Bettie, tú que me miras con buenos ojos. Y este año a por todo el amor que necesitamos!!
Borrar